EL MERCADO DE ARTE DE LOS NFTs. LOS COSTOS REALES MÁS ALLÁ DE LOS GATOS Y LOS UNICORNIOS
by Jorge Sanguino & Alexander Herrera Sotomonte
published 3/14/2021 on Artishock Revista
La venta de medio millón de dólares del gif del gato Nyan en el nuevo mercado de arte NFT, sumada a la participación de Christie’s en este nuevo mercado de arte, a través de la subasta con Beeple, ha sido registrada por casi toda la prensa, no sólo la especializada en el mercado de arte, sino la prensa en general. De seguro la mayoría de los lectores ya tienen una idea de este nuevo mercado del arte (por el momento, arte digital), que funciona utilizando la tecnología Blockchain.
En pocas palabras, los artículos de prensa y televisión reportan la aparición de nuevas plataformas para la compra y venta de arte, en los que la imagen, el video, el sonido o simplemente el code de programación, a decir, la obra de arte, se revierten en un nuevo medio: los NFTs (non-fungible tokens). El token enlaza la imagen, sonido, video, etc con una cripto moneda (en la mayoría de los casos, ethereum) “registrándolo” en el blockchain. De esa manera, la obra de arte, a la que llamaremos NFTs, adquiere la garantía de la univocidad, y comienza a participar de una dinámica de transacciones muy específica y con características propias que ya tendremos ocasión de revisar.
Recordemos que estamos hablando de un nuevo mercado de arte, y no de un movimiento estético, por lo que su naturaleza contemporánea consiste en ofrecerse como lugar para transacciones mercantiles, compra y venta, donde se reúne el vendedor con el comprador. Bajo este aspecto, el mercado de arte NFTs ofrece a través de sus propiedades específicas soluciones a problemas del mercado de arte tal y como lo conocemos, es decir, el mercado de arte clásico. Con el lanzamiento de los cryptopunks en junio del 2017 se inició este nuevo mercado de arte que comienza a originar millones en la medida que la forma de pago incrementa su valor exponencialmente. Hoy, plataformas como SuperRare o Nifty Gateway compiten unas con otras, haciendo lanzamientos cada dos días de nuevas obras de los artistas digitales.
Para empezar, el mercado de las NFTs, soluciona el problema de la originalidad de la obra de arte y el de su univocidad, concediendo un certificado incorruptible en la blockchain y seguro contra las falsificaciones. Pero más allá, la tecnología mencionada origina la certeza de que el número de series de una pieza de arte (cuya naturaleza es la de ser reproducible, como las artes gráficas, la fotografía, el video, el arte sonoro y el arte digital), tiene el respaldo de un sistema de correlación y de comprobación. Como sabemos, anteriormente, únicamente disponíamos de la palabra del galerista, del merchante y del artista, que garantizaban que el número exacto de series correspondían con la del número de obras que habitan el mundo.
La certeza de que la pieza que se posee es la única, o parte de una serie restringida, es un problema que originó el mercado de arte clásico, pues la numeración exacta afecta el valor de la pieza. Un número pequeño y conciso incrementa su particularidad y, por tanto, el precio. Curiosamente, en el campo de las artes visuales la necesidad de consolidar un valor es contraria a los mecanismos necesarios para la distribución de una imagen. Pues, históricamente, la reproducción de una obra de arte por medios gráficos era parte de las prácticas de los grandes artistas del renacimiento, que valoraban una recepción amplia de sus obras por medio de la circulación de grabados. De igual forma, para los fotógrafos era más importante la circulación de su imagen a través de las oficinas de prensa, que originar un número exclusivo de ella. Sin embargo, a partir de los años setenta, con la entrada de la fotografía al mercado del arte, las condiciones de la distribución de la imagen cambian.
De igual forma, el mercado del arte clásico ha gravitado en torno de una disputa del original y de la copia, disputa en que el original debidamente autentificado con la firma del artista y los sellos de proveniencia sirven de garantía de que la obra de arte interviene en la esfera del asset. Es preciso observar que esta especie de compulsión referida a la determinación de la originalidad de las piezas de arte, no sólo ha creado sistemas complejos de autenticidad y veracidad, como los famosos catalogues raisonnés (en muchas ocasiones amañados a los intereses de sus editores, en su mayoría marchantes del arte, en los que incluyen y excluyen obras según los beneficios financieros), sino que a su vez ha dado lugar a la figura del copista hábil, que logra imitaciones al estilo del artista famoso, y de esa manera puede inundar el mercado de arte con nuevas obras que el artista nunca produjo.
Otro problema que el mercado de arte NFTs soluciona es el de la participación directa del creador en el mercado, evitando intermediarios. El creador puede acceder desde su computador a la plataforma, y ofrecer su obra directa a los compradores. Como bien sabemos, el mercado del arte clásico está formado por los llamados market makers, que en los últimos años no sólo es un ejercicio de las galerías, sino además concierne a coleccionistas y curadores. La participación directa del artista soluciona además el problema del pago de royalties, o comisiones, que se originan una vez la obra es revendida. El creador puede decir durante el proceso de minting, o el momento en el que la obra de arte es enlazada en el Blockchain, qué porcentaje recibe él por las futuras postventas, así como decidir el porcentaje que reciben los colaboradores. En el mercado del arte clásico persiste la constante batalla por el derecho a especular sobre el valor de una obra (con esto afirmo que no se trata de evitar la especulación, sino del “derecho” a especular con el valor).
Cuando un artista tiene una demanda alta los galeristas ejercen control sobre el número de obras disponibles, y tácitamente buscan que el comprador no revenda la obra antes de diez años, evitando que el comprador haga una ganancia jugosa, más otorgándose a sí mismos el derecho de especular. Muchos coleccionistas declaran, antes de preguntar por el precio, su “amor incondicional” por el arte, y tratan de ganar créditos a través de compras que serán prestadas (desde hace unos años nadie habla de donaciones) a los museos. Las famosas listas de espera, así como las listas negras, hacen parte del mundo del arte.
En este momento el estado del mercado de arte NFT es incipiente. Las obras son productos de diseñadores o creadores digitales. En el momento la mayoría de las obras que circulan son creadas por diseñadores, animadores, y creadores de video juegos. Gifs de gatos íconos en la cultura del internet, como el Nyan Cat, alcanzan precios de medio millón de dólares. Otros memes que circulaban desde hace décadas sin tener propietario, ahora reclaman una autoría y un costo para su posesión. Sin embargo, este estado puede cambiar rápidamente. Como era de esperarse, ya artistas bluechip, como Damien Hirst, anunciaron que querían participar en el nuevo mercado. De esa manera, se incrementa el riesgo de quela estrategia de la especulación y la creación de precios inflados, también se aplique dentro del mercado NFTs, creando transacciones de compra y venta con el fin de aumentar el valor de una pieza artificialmente. Aquí las transacciones pueden ser ficticias, no porque el dinero no se deposite de una cuenta a otra, sino porque el vendedor y comprador pueden ser la misma persona con diferentes wallets.
Ya sabemos que el incremento inflado y especulativo del valor de una obra de arte afecta el juicio estético. Más en el mundo digital, al incrementar el valor, la pieza sube al ranking de lo más vendido, haciendo que el artista también mejore sus posiciones en el ranking, por consiguiente, siendo más visible que los demás. Sin duda, de esa manera los especuladores profesionales del arte van a participar en el mercado NFTs, que por cierto, aparece en el momento más propicio, porque en él es posible continuar con las prácticas de lavados de activos y evasión fiscal que comienzan a ser controladas en el mercado de arte, y que han obligado a las galerías y los comerciantes de arte a ajustarse a nuevas directivas en ambos lados del Atlántico.
La ideología de democracia del mercado de NFTs, sin embargo, plantea dos preguntas. 1. ¿Cuál es el costo de participación en el mercado?, y 2. ¿Quiénes pueden estar excluidos de éste por las condiciones que tiene, y cuáles son las soluciones? Aquí queremos señalar críticamente el rol que juega el mercado en la fabricación de juicios estéticos, los que dan paso a la creación de canon dela historia del arte contemporánea.
La primera condición para participar en alguna de las plataformas de mercado NFTs (SuperRare, Nifty Gateway, o Foundation.app) consiste en tener una wallet (billetera) donde se deposita la criptomoneda, y que sirve además como identificación. Para ello, no es necesario comprar ninguna fracción de una criptomoneda, que por su valor especulativo resulta bastante costosa de adquirir en las economías de los países no desarrollados, sobre todo aquellos que padecen procesos de devaluación. Y aunque en primera instancia estaríamos hablando de un costo inicial bastante bajo, sin embargo, un análisis más detallado de los costos de participación del mercado, no de un sólo individuo sino de un grupo social, digamos artistas latinoamericanos, comienza a cambiar la hoja del balance.
El primer costo importante que es preciso considerar, consiste en los procesos de capacitación que exige desenvolverse en un nuevo mercado, entendiendo el set de reglas que le son intrínsecos. Si una nueva generación de artistas quiere participar en el mercado NFT, ello implica producir y distribuir el conocimiento referido a estos asuntos, más allá del consumo de noticias. Un segundo rubro lo imprimen los costos para la adquisición de hardware con capacidad computacional suficiente destinado a la constante producción de las obras de arte, así como la vigilancia de sus transacciones dentro del blockchain, sumado al software de producción digital, de uso a través de suscripción de precio bastante elevado.
Estos costos resultan altos porque son prácticamente estables en todo el mundo, y no se acomodan a la capacidad adquisitiva de un país en particular, por ejemplo, ajustándose al sueldo mínimo o los costos reales de la canasta familiar. Pero, además, en muchos países en vías de desarrollo (también en regiones sacudidas por catástrofes naturales, climáticas-medioambientales, humanitarias, consecuencia, por ejemplo, de conflictos bélicos) la falta de una infraestructura adecuada para el acceso a Internet, así como de una infraestructura de seguridad contra ataques de hackers, son parte importante de los desafíos que enfrenta la oferta artística de estos países referidos a su participación en el mercado de los NFTs. En este sentido, los miembros y colectivos de centros rurales y de las comunidades indígenas se encontrarían prácticamente excluidos de participar directamente de este mercado, e incluso de relacionarse con las tecnologías informáticas. Y aunque países con bajos recursos como Irán o Corea del Norte han desarrollado sofisticados equipos de defensa cibernética y han adelantado incluso ataques, no es común que otros países con economías similares destinen recursos a este rubro, de manera que sus infraestructuras resultan vulnerables a los ataques dirigidos al robo, fraude o engaño con la criptomoneda.
Otro costo que es preciso tener en cuenta, tiene que ver con las limitaciones de la banca nacional en estas economías, un sector bancario que posiblemente no puede competir con otras estructuras similares de países industrializados, porque no disponen de la capacidad ni tienen la necesidad -por el momento- de ofrecer la transferibilidad o convertibilidad, es decir, la posibilidad de que la criptomoneda sea transferida del mundo digital al mundo de las divisas convencionales. En este orden de ideas, el balance que tiene en cuenta el índice de costos y los problemas técnicos, permite anticipar que gran parte de la oferta creativa de Latinoamérica podría quedar excluida de la participación en el mercado NFT, asunto que tendría como efecto adicional, un poco inesperado, una posible homogenización de sus contenidos y de sus formas, una especie de parálisis por falta de competitividad, de actualidad.
Alexander Herrera Sotomonte (Venezuela) es Filósofo por la Universidad Javeriana de Bogotá. Vive y trabaja en Colombia y se ha especializado en las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) y en la divulgación de tecnologías de información en los segmentos de la sociedad que no tienen acceso a los medios.
Jorge Sanguino (Colombia) es Filósofo por la Universidad Javeriana de Bogotá, e Historiador del Arte por la Humboldt de Berlín. Cofundador de wildpalms, en Düsseldorf, una plataforma con énfasis en investigación artística, prácticas sociales y medioambiente de artistas latinoamericanos en Alemania.